En respuesta a la carta publicada en el periodico Gara 11/09/2024 firmada por Aritz Otxandiano Kanpo. A través de este medio, hago públicos unos comentarios e ideas al respecto. Lo hago a través de medio, ante la desigualdad de oportunidades de poder hacerlo de tú a tú a través del mismo medio donde has publicado la carta original. A continuación en color negro el texto original y en color rojo unas ideas expresadas con la intención de abrir la razón, la intuición, la imaginación o la inspiración a quién así lo desee.
Aritz Otxandiano Kanpo
Militante de EH Bildu
Energía,
territorio y comunidad
Los datos
del informe sobre el consumo y la producción de energía en Araba, Bizkaia y
Gipuzkoa hecho público por el EVE en el mes de agosto resultan abrumadores,
aunque no representen ninguna novedad. Reflejan una realidad estancada durante
años. La tasa de autoabastecimiento energético de la CAV es de tan solo el
8,7%, y solo el 6,6% de la energía eléctrica consumida es energía de origen
renovable producida en el territorio. Por consiguiente, más del 90% de la
energía que se consume en la CAV es mayoritariamente fósil y viene del
exterior.
Entiendo que se renuncia explícitamente a interpretar la realidad energética del conjunto de Euskal Herria o al menos, del conjunto de Hego Euskal Herria por un lado y de Ipar Euskal Herria por otro. Digo esto, porque cogiendo los datos de generación de energía exclusivamente de la CAV, sin incorporar la realidad del modelo energético en Navarra, salen conclusiones no muy nítidas. Dicho de otra manera, si en un futuro hipotético, la CAV tuviera 100% de energía autogenerada, alguien podría esgrimir el mismo argumento planteando por ejemplo que; aunque la CAV genera el 100% de energía eléctrica renovable; la gran urbe de Bilbao no genera apenas energía. ¿Por qué si la CAV tiene que ser autosuficiente y no Bizkaia, o no Bilbao, o no el barrio de Errekalde? ¿Cuándo nos interesa hablamos solamente de la CAV? ¿no será que se estamos intentando exprimir el limón hasta la última gota? ¿no será que queremos exprimir para el negocio cada m2 de territorio?
En plena
emergencia climática, esta es una foto nefasta que nos debería hacer
reflexionar.
Mientras tanto, el despliegue de las energías renovables sigue en una situación
de cuasi bloqueo, con una fuerte contestación social en casi todos los lugares
donde hay proyectadas este tipo de infraestructuras.
¿La situación de las renovables sigue en situación de cuasi bloqueo?, porque el modelo energético privado y especulativo está en bloqueo y no se mueve un milímetro desde que se privatizó todo el sistema, pero claro que de esto mejor no hablamos, o por ejemplo hablar sobre el tipo de modelo social concreto y específico desarrollado estas últimas décadas que impide ahorrar energía y que nos ha traído a una sociedad derrochadora de materiales y energía o neoliberal al extremo y que demanda un modelo de energía tal cual lo disfrutamos hoy en día, hablar de este tema también está en bloqueo. De todo este debate mejor no hablamos, porque todo esto está en bloqueo. Puedo afirmar a estas alturas, que estos debates y temas ya están del todo bloqueados por parte de los partidos políticos con representación Institucional, incluyendo las altas esferas de EH Bildu, no así por sus votantes en los pueblos y barrios. La falta de una planificación pública en el despliegue de las renovables, la falta de un PTS que ordene el territorio, la inadmisible forma de actuar de la mayoría de las empresas energéticas, el sinsentido de algunos proyectos y la sensación de invasión ante el cúmulo de proyectos en tramitación hacen entendible este rechazo, aunque conviene no perder la perspectiva, y, para ello, resulta necesario poner el foco en «el elefante en la habitación» que subyace en este debate y al que cuesta mirar a los ojos:
Cuesta mirar a los ojos, y cada vez más, porque ante esta
realidad especulativa, en Euskal Herria cada vez más personas se rebelan ante
la industrialización de la naturaleza. Y no porque creemos que no necesitamos
molinos de 200 metros o grandes extensiones de producción fotovoltaica, sino porque
detrás de su desarrollo ni se ve ni se espera ninguna noción de límite ni
suficiencia, ningún plan serio de desescalado energético. Observamos que el único timón de este proceso es la
búsqueda de lucro privado, y si quieres ser un engranaje más de todo este
lavado mental de la sociedad, no será nada nuevo en lo que cualquier persona de
derechas ha defendido en las últimas décadas. Abandonar los combustibles fósiles implica
que, irremediablemente, la generación de energía vuelve al territorio. La
transición energética solo es posible si aprovechamos las energías renovables
de forma local y distribuida, lo más cerca posible de los puntos de consumo.
Si hasta hace poco el capitalismo era gris, en los últimos
años se está reverdeciendo aceleradamente. Las élites económicas y toda la
clase política lo tienen claro: la “transición energética” es una nueva oportunidad de desarrollo,
un nuevo nicho para la oferta crezca y abrir nuevos mercados. Y es en el desarrollo tecnológico donde se hace fuerte,
negando toda transformación adicional. Todo lo que no sea la instalación a gran
escala de nuevas tecnologías es rechazado como potencial solución. Su
gigantismo se compone de grandes polígonos de renovables y líneas de alta tensión para su
transporte. La mercantilización de la naturaleza se propone como única vía para
recuperar su equilibrio perdido. Todo lo demás queda fuera: la necesidad
material de la transición, la presión sobre los suelos, los impactos en la
biodiversidad, la justicia territorial, la eficiencia económica de las
inversiones públicas, el transporte comunitario y no privado, el reparto del
empleo y la reducción de la jornada laboral, la agroecología, la propiedad y el
control de la energía,…Y,
desgraciadamente, el problema no se soluciona poniendo placas fotovoltaicas en
los tejados, porque con ello no llegamos a cubrir ni el 10% del consumo
energético actual. Estamos de acuerdo. Por
mucho que reduzcamos el consumo de energía, además del autoconsumo y las comunidades
energéticas, necesitamos parques eólicos y fotovoltaicos.
Pero quizás aquí hay podríamos la misma argumentación y no lo mencionas, “y, desgraciadamente, el problema no se soluciona poniendo parques eólicos y fotovoltaicos, porque con ello no llegamos a cubrir ni el ¿15%? del consumo de energía primaria actual.”
Saliendo un poquito del egocentrismo de la CAV, pero sin salir de Euskal Herria, podrías ver y aprender sobre una cercana realidad que ya está instalada en ese futuro soñado que defiendes. En Navarra, si en Navarra, el modelo eléctrico ya tiene una implementación de renovables muy superior a lo que nunca la CAV podrá soñar. Se está acercando a que el 100% de la energía eléctrica consumida al año proceda de fuentes denominadas “renovables”. Sin embargo, la letra pequeña no explica y no quieren explicarlo, que eso apenas representa un 20% de la energía primaria total consumida sin considerar la energía necesaria para construir esas infraestructuras (se suele olvidar que eso solo representa la electricidad consumida en Navarra, sin considerar la fabricación de los equipos fuera del territorio, tampoco se tienen en cuenta el transporte utilizado si la factura se paga en el exterior). Es decir se cuenta la energía "renovable" generada y no se cuenta la energía consumida para fabricar muchos de esos equipos. La letra pequeña tampoco explica que hay momentos que la red eléctrica en Navarra está “alimentada” al 100% de las fuentes “renovables” y que por lo tanto a día de hoy durante muchas horas al año, en Navarra (Euskal Herria), se está parando molinos de viento y se están parando plantas fotovoltaicas. Es el nuevo paradigma del modelo eléctrico navarro, el límite está cerca.
La letra pequeña tampoco explica, que para que las inversiones privadas no pierdan la rentabilidad económica esperada con esas instalaciones y para que no se paren tanto sus inversiones en fotovoltaica y eólica, esos poderes económicos que manejan los hilos, están impulsando dos líneas de alta tensión para vender los excedentes especulativos fuera del territorio. Interesante modelo sostenible 100% renovable y kilómetro cero de economía circular.
En la
época histórica anterior a la explotación masiva de los combustibles fósiles,
la energía y el territorio estaban íntimamente ligados. Las comunidades que
habitaban un determinado territorio obtenían de él el grueso de la energía que
necesitaban: madera para calentar los hogares, energía del viento o de los ríos
para triturar trigo o generar electricidad, etc. Y se construyeron las
infraestructuras necesarias para poder aprovechar esos flujos de energía
renovable: Molinos, presas, pequeñas centrales hidroeléctricas... Con la
llegada de los combustibles fósiles, el vínculo entre energía, territorio y
comunidad se fue rompiendo de forma progresiva, hasta llegar a la situación de
desconexión total que vivimos en la actualidad.
No es así. La desconexión social no fue como consecuencia de la entrada de los combustibles fósiles, la desconexión fue como consecuencia del aumento del consumismo y derroche, consecuencia de la necesidad de llevar al infinito la especulación, privatización e individualismo capitalistas que hemos impulsado y disfrutado estas décadas, y esto solamente lo podían traer los combustibles fósiles porque las renovables no daban ni dan para tanta borrachera. Por eso se pasó de las renovables que mencionas a los fósiles, ni más ni menos de que porque no daba para tanto. La historia de Euskal Herria nos lo explica claramente, cualquier aitona o amona y sus vidas nos lo explican. El problema no ha sido la entrada de combustibles sino el cambio de modelo social a uno sistema consumista, derrochador, individualista, etc. que necesariamente necesitaba y necesita de esa cantidad inmensa de energía que solo pueden traer los combustibles fósiles.
Mucho ha
llovido desde entonces, y las necesidades energéticas de las complejas
sociedades actuales nada tienen que ver con las de antaño. Afortunadamente, las
tecnologías para el aprovechamiento de los flujos de energía renovable también
han evolucionado mucho. La energía fotovoltaica y eólica son hoy, entre todas
las disponibles, las tecnologías más baratas para producir electricidad, más
que la nuclear o las diferentes tecnologías asociadas a los combustibles fósiles.
Estamos de
acuerdo. Incluso seré más preciso, ya que, si quieres basarte "solo" en el criterio
económico como criterio importante para organizar esta sociedad y su modelo energético, la
fotovoltaica (no la eólica) utilizando módulos fotovoltaicos chinos fabricados
en condiciones de esclavitud con materiales limitados e igualmente extraídos en
condiciones de esclavitud, dejando desastres ambientales a su paso para abaratar
costes y dejando para el futuro todos los equipamientos sin posibilidad de reciclado, es la tecnología económicamente más rentable. Así que la fotovoltaica. El motor eléctrico y las bombas de calor
son tres veces más eficientes que el motor de combustión y las calderas de gas,
y una parte relevante del consumo energético asociado al transporte se puede
electrificar ya (el peso relativo de la electricidad en el consumo energético
total de Noruega es superior al 50%, mientras que en la CAV lleva años
estancado en torno al 25%).
Las bombas
de calor no son tres veces más eficientes que una caldera de gas, y no seré yo quien
defienda una caldera de gas. Las bombas de calor pueden llegar a suministrar tres
unidades de calor/frío por cada unidad eléctrica consumida, pero hace falta consumir
una unidad de energía eléctrica que a su vez requiere una energía primaria para
ser generada y que a su vez tiene un rendimiento global del sistema eléctrico
general inferior claramente a 1. ¿Puedes explicarnos cual es el rendimiento global de una bomba de calor incluyendo la generación de esa unidad de energía eléctrica para su funcionamiento? Amén de si sabes calcular o no el rendimiento de la bomba de calor, está claro que las inversiones especulativas de instalaciones de energías renovables quieren generar
más consumo eléctrico porque ya se están parando sus instalaciones, hay sobreproducción, y por lo tanto se están parando sus ingresos económicos, así
que quieren electrificar todo lo electrificable y más para no perder la rentabilidad económica prometida e incluso cada proyecto nuevo que se pone en marcha, significa matemáticamente parar todavía más las instalaciones ya instaladas reduciendo todavía más su rentabilidad económica. Por lo tanto, nos van a meter la electricidad hasta en la sopa. Actualmente,
la sustitución de las fuentes de energía fósil por fuentes renovables no es, en
gran medida, un problema tecnológico o de viabilidad económica. Es, además de
un problema de escala, un problema social.
En este
sentido, que las empresas energéticas hayan aterrizado en el territorio antes
de que las comunidades afectadas hayan deliberado en torno al reto
energético-climático, unido a la relativamente compleja dimensión técnica del
problema, no genera las mejores condiciones para un debate sosegado y
constructivo. No obstante, conviene no olvidar que somos las comunidades que
habitamos el territorio donde se proyectan instalar esas infraestructuras las
que necesitamos la energía que estas generan, entre otras cosas, para calentar
nuestros hogares, para hacer funcionar los hospitales y las escuelas, para que
la industria produzca y se puedan pagar sueldos e impuestos a final de mes, o
para mover los trenes, autobuses y coches que nos permiten desplazarnos por el
territorio.
La apuesta
por el crecimiento económico, ha constituido un modo de vida estructuralmente
injusto e insostenible. Hego Euskal Herria hoy es un enorme digestor fósil e
industrial. Su buena salud depende de una circulación incesante de mercancías a
nivel global y de una distribución desequilibrada de los beneficios. Nuestra
riqueza, monopolizada y desigualmente repartida, sería imposible sin el
extractivismo y la opresión en el Sur global, sin la logística y el transporte
a nivel internacional basado en combustibles fósiles baratos y contaminantes,
sin la destrucción ecológica causada por los procesos industriales y sin la
exportación permanente de bienes de consumo como el automóvil (protagonista en
la crisis climática y que representa algo más del 25% del PIB de nuestro País).
No
superaremos el bloqueo actual mientras no entendamos y aceptemos que, para
abandonar los combustibles fósiles y hacer frente a la emergencia climática, es
ineludible que la energía vuelva al territorio. Está claro
que no entiendes cuánta energía consume Euskal Herria y cuánta energía se puede
generar desde el territorio sin destrozar la sostenibilidad de la tierra, el agua, el aire, las personas y los diversos equilibrios que permiten la vida. En este caso te lo puede explicar, la propia historia de Euskal Herria o te lo puede explicar lo que seguimos haciendo todos los días en el Sur global. Termodinámicamente las cuentas no salen.
La
energía, al igual que los alimentos y el agua, es una necesidad básica que, en
la medida de lo posible, ha de satisfacerse en el propio territorio. Asumido
esto, el debate debería girar en torno a aquellas preguntas que ayuden a
encauzarlo: ¿qué estamos dispuestos a hacer para reducir nuestro consumo
energético? ¿A qué grado de soberanía energética podemos aspirar? ¿De dónde y
cómo traeremos la energía que no produzcamos en nuestro territorio? ¿Cómo compatibilizaremos
la generación de energía con el cuidado de los ecosistemas naturales y la
biodiversidad? ¿Cómo ordenaremos el territorio para que la generación de
energía no entre en conflicto con la producción de alimentos? ¿Qué espacios del
territorio destinaremos a las infraestructuras de generación de energía? ¿Cómo
garantizaremos la participación de la comunidad en la propiedad de estas
infraestructuras y en la energía generada? Etc.
En la Ley de Transición Energética y Cambio Climático de la CAV se dice que el
Gobierno Vasco liderará la adopción de un pacto social sobre transición
energética y cambio climático e impulsará para ello procesos deliberativos
tanto autonómicos como comarcales. Visto el panorama, resulta urgente activar
estos procesos que, para cumplir con su función, requieren también de la
implicación y la corresponsabilidad de las comunidades locales.
Por todas partes escuchamos hablar de transiciones verdes y digitales,
cambios tecnológicos que dejarían intactos estos modos de vida y, al mismo
tiempo, nos sacarían del atolladero en el que nos encontramos. Al ritmo de esta
música, en Hego Euskal Herria entramados empresariales, oligopolios energéticos
y las puntas de las pirámides de los partidos políticos han puesto a punto su propio plan de adaptación y lo han
plasmado en Leyes autonómicas de Cambio Climático. Primero en el parlamento de
Navarra y recientemente, en el de Vitoria-Gasteiz.
Este desarrollo alimenta el mito de que las renovables industriales
permiten sustituir otros usos energéticos, a la vez que mantener los niveles de
consumo actuales. Queda
así fuera del debate y de los planes de transición toda mención explícita a los
cambios estructurales en el modelo de sociedad (ahorro de energía), así
como toda mención a las palancas más poderosas para poder materializar sus
objetivos: los modelos de alimentación y de transporte; sólo este último
responsable de más del 40% del consumo energético de nuestro territorio.
Pero últimamente parece que el único “debate” sobre movilidad que tienen algunos partidos políticos,
es “debatir” si pasar o no el TAV a través de Aralar, todo lo demás del TAV y no del TAV, ya lo damos
por bueno.
Del Ahorro energético mejor no hablamos porque implica hablar del modelo de sociedad. En definitiva, mientras se
perpetúan los privilegios de una élite económica, nos prometen falsas
soluciones sin asumir lo que éstas requerirían: poner radicalmente en cuestión
a la oligarquía empresarial energética, romper con el imperativo de crecimiento
económico, transformar rotundamente nuestro modelo productivo y energético, y
profundizar en la democratización de nuestros territorios.
Quiero entender que el motivo último y primero para escribir y publicar tu carta, es dar respuesta a las dudas que tantas gentes diversas de Euskal Herria expresamos con tanta vehemencia, pero porque venimos de dónde venimos, no nos hemos caído de una higuera, e instintivamente, racionalmente e intuitivamente sabemos lo que se está cociendo. Da igual que se llame Iberdrola o Statkraft, todo vuestro “debate” y modelo se resume en que queréis quemar más madera.
Transición claro que si. ¿Pero qué transición?